jueves, 16 de abril de 2015

1x13 - El hombre Nuclear

Es increíble lo mucho que gana The Flash cuando no tiene que perder un tiempo precioso de capítulo presentando al tradicional malo de la semana, para que Barry lo derrote en la batalla final y no volvamos a saber nada de él. En el episodio que nos ocupa, ese tiempo se dedica a que nuestro velocista navegue los primeros contratiempos de su relación con Linda Park y descubramos que su inmunidad al alcohol no se extiende a la comida picante. Y bien, ¿eh? Pero es que por fin el centro del capítulo son Firestorm y que avance la investigación de Joe sobre el asesinato de la madre de Barry, que ya era hora. ¿Listos?
Ay, Barry, Barry. ¿De verdad pensabas que tu chica, Linda, nunca iba a hablar de ti con su compañera de trabajo Iris? ¿Que Linda no iba a descubrir tu oscuro pasado de pagafantas? ¿O que tu afición a ponerte trajes ajustados y combatir el crimen no iba a llevarte a situaciones que costaría explicar a tu interés romántico? Por suerte, la necesidad de justificar las repentinas desapariciones queda un poco suavizada por los trabajos de Barry en la policía y Linda en un periódico —lo que quizá responda en parte la pregunta que se hacía Laura la semana pasada—, y más aún si esas desapariciones pueden ser cuestión de segundos gracias a la supervelocidad. Si añadimos los comentarios de Cisco sobre el riesgo de eyaculación precoz y el hecho de que Barry solucione las cosas muy a su manera tontorrona, zampándose una ultraguindilla en una redacción llena de gente, al final se vuelve hasta divertido algo que podría haber sido un auténtico pastelón.
Eso y que Caitlin, que empezaba a perfilarse como vértice de un polígono romántico, estaba en otra cosa. Porque este capítulo por fin se ocupa en serio de una de las tramas que se nos llevaba insinuando desde hace varias semanas, la de Ronnie Raymond, Martin Stein y el jaleo Firestorm, amenaza nuclear incluida, de la que solo perdonaría que se olvidaran la semana que viene si es para dedicar el episodio a Grodd. Algo de investigación, algo de tensión, Tormenta de Fuego llevándose a Flash volando, el clímax nuclear del final y el interés del general Eiling, que promete bastante conflicto de ahora en adelante. Historias más o menos compactas y bien traídas, al estilo de lo que Arrow lleva ya un tiempo haciendo. ¿Qué más queréis en una serie de superhéroes?
Pues por ejemplo, que por fin se confirme sin lugar a dudas que uno de los dos velocistas presentes en la muerte de la madre de Barry es el propio Barry. ¿Lo enviará el doctor Stein al pasado para enfrentarse al hombre del traje amarillo, que cada vez se nos intenta dejar más claro que es Harrison Wells? Porque la conversación del doctor con Caitlin sobre que el hogar es donde uno se siente amado y su disposición a matar a Firestorm para acabar con la amenaza nuclear, en plan «el fin justifica los medios», parecen apuntar a que viajó en el tiempo, o viajará de nuevo, para asegurarse de que Barry sufra la muerte de su madre y se transforme en el héroe que debe ser. Joe por fin se ha puesto las pilas, ha reclutado a Cisco para su investigación (y ya puestos, ha sembrado la duda sobre Harrison en su mente) y ha abierto el pastel de los viajes en el tiempo. Veremos a qué le sabe.
Total, que ya llevamos unos cuantos capítulos capítulos (ahora que lo pienso, desde antes del parón navideño) que ha dado gusto verlos. Con sus cosillas, con Barry sin enterarse de la misa la media y sin acabar de usar sus poderes con cabeza, pero más que satisfactorios. Crucemos los dedos para que siga así al menos hasta el final de temporada.

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