miércoles, 15 de abril de 2015

1×07- Apagón

Veamos. El Doctor Wells no es la clase de tipo que creíamos que era. Eso lo sabemos. También sabemos que no es cierto que no pueda andar, porque le hemos visto ponerse en pie para preguntarle a su Ordenador Con Voz De Mujer Que Sabe El Futuro qué va a pasar en los próximos capítulos. Bueno, no exactamente eso, pero algo parecido. El Doctor Harrison Wells quiere saber qué va a pasar con su máxima creación (así más o menos la define él) en el futuro. Si la cosa va a ir a más o va a acabar sorprendentemente antes de tiempo. ¿Y qué dice la Mujer Del Futuro? Que allí no está Flash. Y que el mundo (en realidad, Central City) va a volverse un lugar muy peligroso precisamente por eso.
Bien, así que el Doctor Wells no es quien creíamos que es sino una especie de supervillano. Un Doctor Frankenstein que solo quiere jugar con su juguete favorito: el tontorrón de Barry Allen, el hombre más rápido de la Tierra. Y qué curioso, cuando a Barry parece que empieza a gustarle eso de correr más de la cuenta, llega otro metahumano y, aduciendo que debe alimentarse, en plan vampiro, le chupa toda la electricidad, y por lo tanto, toda la potencia y todos sus poderes. Es de noche, está oscuro, y Barry se ha quedado seco. Tiene que coger un taxi de vuelta a casa y le cuesta 65 pavos. Estaba francamente lejos. Y lo peor de todo es que no ha podido acabar con el tipo en cuestión. Pero el tipo en cuestión no tarda en acudir a la guarida de Wells. ¿Qué busca? Dar con él y matarle. Por lo que le ha hecho. Por lo que hizo a sus amigos.


¿Da con él? Sí. ¿Le mata? Oh, no. Ni siquiera el hecho de que Flash haya perdido los poderes logra acabar con el Doctor Wells. Y eso que la pérdida es algo interesante de verdad, pero que apenas da para un par de escenas en las que Barry se lamenta porque había llegado a gustarle correr y porque teme que si Flash no existe su querida Iris corra peligro; y en este capítulo lo corre porque el enfrentamiento entre Flash y el Vampiro Eléctrico transcurre en paralelo a un secuestro en comisaría, el lugar donde Iris pasa todo el tiempo, no porque trabaje en la policía sino porque su padre es policía. Pero la pérdida de poderes de Barry no supone el final de Wells, como decíamos, porque los poderes regresan justo a tiempo (claro). Así que Central City, ya no tenemos un problema. Flash ha vuelto. Aunque, bueno, sí tenemos un problema. El Doctor Wells no se ha ido a ninguna parte.

¿Interesante? Lo justo. Es cierto que el ritmo ha mejorado y que la pérdida de poderes sitúa este capítulo en el podio de los emitidos hasta la fecha, pero teniendo en cuenta que ese podio no es nada del otro mundo, tampoco vamos a emocionarnos demasiado. Lo que queda claro es que el cambio que presumiblemente anticipaba el sexto capítulo, el renacimiento de Flash, no se ha producido, y la cosa sigue igual. A villano por episodio. Villano que no es más que un peón de ajedrez (como bien dice Barry) de la partida que está jugando consigo mismo el Doctor Wells.

¿Y qué hay de la vida privada de Barry? No existe. Y es una pena. Porque echo de menos al Barry que no podía emborracharse.

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